DOLOR

AL ROJO VIVO

JESÚS CHÁVEZ JIMÉNEZ



El año que se fue dejo profundas heridas en el ánimo de los sudcalifornianos. Sin embargo fue el año de la renovación de los gobiernos. Ese ritual cíclico al que se somete las sociedades para renovar los mandos. En el primer tema las heridas sangraron por las constantes muertes callejeras, reyertas de los grupos que se disputan los espacios para la mercadería de estupefacientes. Y el segundo la otra guerra la de la disputa por el poder. En ambos la sociedad se daña. Se desune. Y se confronta. Esto no se puede negar. Como tampoco nos podemos cerrar a la necesidad de que se avance en este nuevo año el 2016 en los caminos de la concordia y la pacificación. En la violencia ya hay resultados. Salvo esporádicos hechos ya se respira un ambiente de paz y tranquilidad. Y en lo del mando el nuevo mandatario Carlos Mendoza ya trae todos los hilos en la mano. Ya ha dado muestras tangibles de dos cosas. Que no le tiembla la mano para enfrentar los agentes provocadores de la violencia. Y que ha iniciado con mucha paciencia la tarea de construir puentes sólidos para la concordia y la unidad de todos los sectores. Y creo que ni una ni otra acción es un día de fiesta. Es un paquetón que tiene que cargarse con el apoyo ciudadano. Es decir que todos debemos de aportar nuestro esfuerzo en estos propósitos. Y lo digo porque preveo que los próximos tiempos la tarea de gobernar en todos los niveles debe de estar soportada con la fuerza ciudadana. Y esta es al final de cuentas la legitimadora del poder público,

ZAFRA DE HISTORIA


Un espectáculo inolvidable. Único. Imborrable. Cientos de hombres y mujeres. Niños. Adolescentes, ancianos. Era una romería, una extensa sábana blanca. Era la cosecha del algodón. En el Valle de Santo Domingo en los años del 50 a los ochenta. La fibra blanca, el oro blanco, era el sostén de miles y miles de mexicanos en ese extenso Valle de iras, de glorias. De esfuerzos y sudores. El algodonero era el cultivo que más recursos generaba. Desde su sembrado. Y después el deshaije. Esta acción era cuando nacía la mata había que separar una de otra y hacerlo manual, agachado el individuo iba corte y corte una mata sí. Otra no. Eran jornadas interminables que arrojaban cinturas adoloridas, moradas por la refriega. Después de esto el desyerbe, con azadón. Hasta llegar a la pizca. La recolección se hacía manual recogiendo el copo blanco y metiéndolo en una larga saca blanca que se colgaba en la cintura y que se arrastraba por los surcos. Y ahí en las 200 hectáreas de los ranchos unos trescientos pizcadores en la faena. Todo un espectáculo. Se escuchaban cantos, alabanzas. Todos en lo suyo. Al llenar sus sacas se cargaban al hombro y se llevaban a un lugar especial donde se pesaba lo cosechado. Y se anotaba en una libreta. Y a seguir pizcando. Hubo registros de hasta 300 kilos recogidos. Y el sábado era día de paga. Y obvio de fiesta. Los pueblos La Toba y El Crucero se transformaban los días de pago en ferias donde había de todo. Y todo porque había con que pagar. El algodón cosechado se trasladaba en grandes camiones a plantas despepitado ras ubicadas en las zona y también en La Paz. Y después a diversos mercados internacionales y nacionales. Esa época de gloria se esfumo como se va la fresca brisa que cubre al valle en diferentes épocas del año. El oro blanco no volvió jamás. Esas extensas sábanas blancas de algodón y gente. De cantos y de gemidos de cansancio y de cosecha de dinero se convirtieron en fantasmas y recuerdos. Recuerdos como este que en esta Navidad escribo en memoria de esa generación que arrastro su alma y su esfuerzo por esos surcos que hoy los ha borrado ese viento frío que cala en esos inviernos de crisis económicas.

VIDAS PARALELAS


Un vergonzoso tache para la Secretaria de desarrollo por la falta de apoyos para personas con discapacidad y la tercera edad. Llegar a esa dependencia a la búsqueda de soluciones que atañe a los servidores que laboran ahí es un verdadero suplicio. Las escaleras peligrosas, no hay rampas que ayuden a la gente. Es más en las recepciones no hay donde sentarse. Entonces hay se tiene a la pobre gente sudando la gota gorda esperando y esperando. Ayer fui testigo como un pobre ciudadano pretendió charlar con Ricardo Gerardo Higuera que labora ahí. Y de plano no fue posible, porque no pudo subir los tres pisos. Y después de una antesala de cuatro horas tuvo que retirarse. Más humanismo señores funcionarios, que les cuesta…En Constitución se da un abuso en los servicios del hospital general que está contando las consultas a cuatrocientos cincuenta pesos. La gente humilde no tiene para pagarlos por lo que piden al gobernador que intervenga ante el secretario de salud, para que se bajen los precios. Estaremos a la espera… Y con esto nos despedimos deseando lo mejor, la vida misma. Y no olviden: hagan el bien. Y sean felices.

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